La pieza destacada del mes de agosto es un interesante panel formado por 64 azulejos cuadrados polícromos que incorpora la cenefa original de cierre, narrando el milagro que obró san Nicolás de Tolentino al impedir el naufragio de unos navíos de la ciudad de Barcelona durante una tormenta.
La pieza destacada del mes de agosto es un interesante panel formado por 64 azulejos cuadrados polícromos que incorpora la cenefa original de cierre, narrando el milagro que obró san Nicolás de Tolentino al impedir el naufragio de unos navíos de la ciudad de Barcelona durante una tormenta.
El panel muestra un paisaje marino y una parte de la costa rocosa con algunos edificios y vegetación, dónde oscuros nubarrones y el mar agitado anuncian que se ha desatado un temporal. En primer término, siete navíos corren peligro de naufragar, mientras otros se divisan en la lejanía.
En la parte superior izquierda de la composición, se abren las nubes y aparece, sobre un resplandeciente fondo amarillo anaranjado, la figura de san Nicolás de Tolentino vistiendo un hábito negro con una estrella. En la mano izquierda lleva el crucifijo y un ramo de lirios, mientras que con la derecha arroja pequeñas formas circulares al mar. Se trata de los denominados “panecillos de san Nicolás” que, en este caso, obran el milagro de salvar a los marineros de una muerte casi segura.
La tradición cuenta que, hacia los últimos años de su vida, cuando el entonces sacerdote agustino estaba pasando por una enfermedad prolongada en su convento, una noche se le apareció la Virgen María dándole instrucciones de que comiera un trozo de pan mojado en agua, prometiéndole que se curaría por su obediencia. Como gesto de gratitud por su inmediata recuperación, Nicolás comenzó a bendecir trozos de pan similares y a distribuirlos entre los enfermos, práctica que produjo grandes sanaciones.
La relación de san Nicolás con la ciudad de Barcelona se sitúa en 1632 y 1633, cuando obró el milagro de curar, con sus panecillos, a los afectados por una epidemia de peste. Sin embargo, no se ha hallado ninguna relación con naufragio alguno de naves barcelonesas, por lo que probablemente la escena no trate de narrar ningún episodio histórico concreto, sino la devoción de los hombres de mar barceloneses hacia este santo italiano.
Como detalle relacionado, el convento de agustinos descalzos de Santa Mónica, en Barcelona, fecha de 1635, aunque resultó prácticamente destruido durante la Guerra Civil y reconstruido en 1987.
Este panel estuvo anteriormente depositado en el Museu Maricel, de Sitges.
Rajoles, plafons i socarrats de la Col·lecció Mascort. Casa Galibern-Fundació Mascort, Torroella de Montgrí, 14 de juny-12 d’octubre de 2014.
CERDÀ, J. A., Azulejos, paneles y socarrats de la Colección Mascort. Torroella de Montgrí: Fundació Privada Mascort, 2014, p. 300, cat. 607.